Disminuyen las detecciones de nuevos casos de lepra pero aumentan las recaídas

La enfermedad de la lepra registró 202.185 nuevos casos en el mundo en 2019, último año del que existe información. La cifra supone un descenso del 3% respecto a las 208.619 detecciones comunicadas por los estados a la Organización Mundial de la Salud en 2018, pero la situación de la enfermedad sigue sin cumplir los tres objetivos de la Estrategia Global contra la Lepra 2016-2020.


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El descenso en la detección de nuevos casos es consecuencia de las bajadas experimentadas en las seis regiones sanitarias en las que se estructura el organismo internacional: un 3,2% en el Sudeste Asiático, de 148.495 en 2018 a 143.787 en 2019; un 3,3% en América, de 30.957 a 29.936; un 1,9% en África, de 20.586 a 20.205; un 2,9% en el Mediterráneo Oriental, de 4.338 a 4.211; un 4,5% en el Pacífico Occidental, de 4.193 a 4.004; y, de manera marginal, un 16% en Europa, de 50 a 42. El 76,6% de los casos se registraron en tres países: India (114.451), Brasil (27.863) e Indonesia (17.439)

El coordinador de proyectos de cooperación internacional de Fontilles, Eduardo de Miguel, ha alertado de que dichas cifras suponen que en 2019 se dejaron de detectar alrededor de 185.000 casos de lepra, pues las proyecciones elaboradas en 2004 para la OMS por expertos de los departamentos de salud pública del Centro Médico Universitario de Rotterdam (Holanda) y de la Universidad de Aberdeen (Escocia) preveían para dicho año la detección de 400.000 casos. “Al contrario de lo que ocurre con otras enfermedades, en el caso de la lepra el descenso de nuevos casos no es una buena noticia, pues no implica una disminución en su transmisión sino en los esfuerzos para su detección”, afirma De Miguel, quien ha recordado que los nuevos casos aumentan cuando los países reactivan sus campañas de detección temprana. Por ejemplo, la revitalización del programa nacional de lepra de Somalia ha supuesto el paso de 635 detecciones en 2016 a 2.425 en 2019, mientras que en India, que ha experimentado la situación inversa, se ha evolucionado de 135.485 detecciones en 2016 a 114.451 en 2019.

Además, las recaídas en la enfermedad aumentaron por cuarto año consecutivo, al pasar de 3.362 en 2018 a 3.897 en 2019, lo que supone un incremento del 15,9% y evidencia, según De Miguel, “un fallo en la vigilancia de la evolución del tratamiento por parte de algunos sistemas nacionales de salud”. 

Incumplimiento de la Estrategia Global contra la Lepra 2016-2020

Asimismo, pese a que la Estrategia Global contra la Lepra 2016-2020 pretende reducir la ratio de detecciones con discapacidades asociadas a menos de un caso por millón de habitantes, los 10.813 nuevos casos que presentaron discapacidades de grado 2 en 2019 suponen una tasa de 1,36 por millón y, a su vez, “constata la tardanza en la detección, por falta de medios de los sistemas nacionales o por miedo de los pacientes al estigma”. 

Del mismo modo, pese a que dicha estrategia también tiene como objetivo erradicar la discapacidad en los niños y niñas menores de 15 años que han contraído la enfermedad, los casos de discapacidades de grado 2 en pacientes infantiles se incrementaron un 5,7%, de 350 a 370. En total, en 2019 se detectaron 14.981 casos de lepra infantil, que, pese a reflejar un descenso del 6,4% respecto a los 16.013 de 2018, “evidencian que la enfermedad se sigue transmitiendo en comunidades empobrecidas”, de acuerdo con De Miguel.

Por último, la discriminación de las personas enfermas de lepra seguía siendo legal en 22 países a través de 127 leyes, lo que incumple el tercer objetivo de la estrategia.

Impacto de la pandemia de COVID-19 y campaña de sensibilización

Aunque la pandemia de COVID-19 no afecta a los datos de 2019, sí que ha disminuido la capacidad de los servicios de los servicios nacionales de salud para suministrar el tratamiento a las personas ya diagnosticadas y para continuar con las campañas de detección temprana. “La interrupción del tratamiento puede suponer un aumento de las recaídas, y la suspensión de las acciones preventivas puede ocasionar una disminución artificial de los nuevos casos y un aumento de las detecciones con discapacidades asociadas”, explica De Miguel. 

La campaña Salud + Solidaridad. Pura química, que Fontilles impulsa este año con motivo del día mundial, pretende precisamente sensibilizar sobre la necesidad de reanudar las campañas de detección de lepra interrumpidas con motivo de la pandemia de COVID-19. 

El Día Mundial contra la Lepra se instauró en 1954 a iniciativa del periodista francés Raoul Follereau y se celebra el último domingo de enero con motivo de la muerte de Mahatma Gandhi, en reconocimiento de su intenso trabajo de ayuda a las personas afectadas. Su objetivo es sensibilizar sobre la existencia de una enfermedad que muchas personas creen erradicada, y conseguir la ayuda necesaria para prevenirla, detectarla, reducir la incidencia de las discapacidades asociadas y garantizar el futuro de quienes la padecen o la han padecido.

La lepra en España

En España, en 2020, se notificaron al Registro Estatal de Lepra del Instituto de Salud Carlos III-Centro Nacional de Epidemiología 2 nuevos casos: 1 en Baleares y otro en el País Vasco. Al finalizar el año, había 16 personas en tratamiento: 5 en Madrid; 2 en Castilla-La Mancha, Cataluña y la Comunitat Valenciana; y 1 en Andalucía, Baleares, Cantabria, Castilla y León y el País Vasco.

En 2019, de acuerdo con la misma fuente, se notificaron 7 nuevos casos: dos en la Comunitat Valenciana y uno en Aragón, Asturias, Galicia, Madrid y el País Vasco. Al finalizar dicho año, había 20 personas en tratamiento.

La enfermedad de la lepra y su tratamiento

La lepra es una enfermedad crónica causada por el bacilo Mycobacterium leprae, descubierto en 1873 por el científico noruego Gerhard Armauer Hansen; puede atacar al ser humano a cualquier edad y a ambos sexos por igual, y aunque el periodo de incubación dura entre 3-5 años, los síntomas pueden tardar en aparecer hasta 20 años.

Esta patología afecta fundamentalmente a la piel y a los nervios. Los primeros signos de lepra son manchas pálidas de piel o entumecimiento en los dedos de las manos y los pies, pero si no se trata en fases tempranas puede ocasionar lesiones progresivas y permanentes de la piel, los nervios, las extremidades y los ojos, generando parálisis y discapacidades irreversibles. 

La transmisión se realiza solo a través de minúsculas gotas expulsadas por la nariz y la boca. En contra de la creencia popular, la lepra presenta un escaso contagio, que solo se produce al convivir con la persona afectada en condiciones de hacinamiento, mala alimentación y falta de higiene, lo que vincula su transmisión a situaciones de pobreza. 

La lepra es curable gracias al tratamiento de la Multiterapia (MDT), que se aplica desde 1982 y consiste en la combinación de tres fármacos (dapsona, rifampicina y clofazimina) durante un periodo que oscila entre los 6 y los 12 meses. La enfermedad deja de ser contagiosa desde la aplicación de la primera dosis.

Como enfermedad tropical desatendida, la eliminación de la lepra forma parte de una de las metas en que se concretan los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030. Estas enfermedades olvidadas, entre las que también se incluyen otras como el mal de Chagas, la úlcera de Buruli, la filariasis linfática, la leishmaniasis o el dengue, afectan a una sexta parte de la población mundial, se dan en contextos de extrema pobreza y, aunque se pueden curar o prevenir con un coste bajo, causan cada año la muerte o la discapacidad permanente a cientos de miles de personas como consecuencia de las dificultades de distribución del tratamiento a los colectivos afectados.